La educación o la labor de enseñar, es una de las profesiones más honrosas y de mayor trascendencia en la vida.
Pero también es una de las actividades más complejas ya que se está trabajando con el ser humano.
En particular, esta profesión implica interactuar con personas, en este caso con niños o jóvenes, que tienen intereses y motivaciones muy variadas.
El interés por la vida, por llegar a ser una persona de trascendencia a través del estudio tiene distintos matices en cada persona. Mientras que para algunos su interés es permanecer en la escuela para obtener un certificado, para otros será precisamente ser autores de su propia transformación.
Sin embargo, para muchos alumnos su interés en aprender puedo no ser aquello que el profesor está enseñando. No obstante, la docencia es una de las profesiones más nobles y que mas recompensas da en la vida.
Afortunadamente las actuales políticas educativas están cada vez más preocupadas en la formación integral del ser humano. En lugar de que la educación sea tan solo un ejercicio de almacenamiento de información para pasar de un grado a otro, en la actualidad existe una preocupación porque los estudiantes aprendan realmente a vivir y a desempeñarse en un mundo complejo y cambiante.
Al docente se le demanda que propicie la formación de habilidades tan relevantes como el pensamiento crítico, aprender a aprender, el trabajo en equipo, entre otros. Sin embargo, uno de los aprendizajes más importantes y más necesarias es aprender a convivir.
Aprender a convivir no sólo significa mantener un comportamiento pasivo y tolerante ante el otro. Aprender a convivir es la capacidad de ser parte de un colectivo donde como docentes hacemos la diferencia. Significa que hemos aprendido a amarnos y a amarlos. A aceptarlos como son, no como nuestro oponente sino como parte de nosotros mismos.
Lo interesante de la profesión docente es que cada vez establece nuevos retos que impulsa a ser mejores, más competentes y con mayor capacidad de hacer la diferencia en los alumnos.
No nos detengamos hasta que veamos que nuestra lucha constante, nuestra labor diaria florece en alumnos siendo más capaces de convivir en armonía y de ser factor del cambio que México necesita.
Esta frase del Premio Nobel Krishnamurti nos recuerda que no estamos solos y que hay quien nos da la fuerza para seguir adelante “y será mi afán revelarte en mis acciones, pues tú eres la raíz que fortalece mi trabajo”